CARACTERÍSTICAS
Y CAUSAS DEL FEÍSMO O CANIBALISMO EN ARQUITECTURA
Se ha definido el feísmo como el conjunto de “construcciones u
obras humanas que degradan de algún modo su entorno”, si bien no existe
todavía un acuerdo generalizado acerca de cómo aplicar el vocablo en este
contexto, por ser de reciente extensión e impreciso como concepto, aunque su
uso se ha extendido entre cierto grupo de expertos en urbanismo y arquitectura.
La peculiaridad y extensión de esta corriente arquitectónica
informal es tal que ya se han realizado congresos y foros de expertos para
analizar la existencia de la problemática del feísmo y sus eventuales
soluciones (por ejemplo, el Foro del Feísmo celebrado en Ourense en noviembre
de 2004). Por otro lado, la posibilidad de publicar fotografías en internet ha
contribuido a extender el uso del concepto feísmo, y a facilitar la comprensión
y denuncia de este fenómeno.
Ciertos
elementos arquitectónicos presentes en las manifestaciones del feísmo permiten
establecer unas constantes más o menos regulares, entre las que destacan las
siguientes:
Coexistencia
no armoniosa de órdenes y estilos arquitectónicos, y mezcla de materiales
constructivos. Es frecuente que junto a casas tradicionales de
piedra de varios siglos de antigüedad se levanten edificios modernos, o
que se rematen fachadas del XIX con ladrillo y fibrocemento. Otra
característica es la mezcla de materiales (por ejemplo, un primer piso de
piedra, una segunda altura en hormigón y una tercera en ladrillo coronado
con fibrocemento) o su uso inadecuado (un hórreo de ladrillo, por
ejemplo).
Inexistencia
de remates y acabados exteriores. Las
edificaciones carecen de revestimiento, quedando el ladrillo o el bloque
de hormigón a la vista. El periodista y financiero Marcelino Fernández
Mallo identificó en abril de 2006, en el tramo de la carretera Ribadeo-Baamonde
hasta 206 construcciones de bloque de hormigón y 152 de ladrillo. En un
análisis del año 2005 realizado en el tramo Meira-Vilalba calculó que el
50% de las construcciones eran de ladrillo sin recubrir.
Ausencia
de alineamiento en las edificaciones. Los
edificios, construidos en periodos distintos y sometidos a legislaciones
cambiantes, no mantienen la línea de la acera, describiendo el conjunto de
las fachadas un plano sinuoso o una línea quebrada.
Convivencia
de distintas alturas en las edificaciones. Dado que no hay homogeneidad en los estilos arquitectónicos, tampoco
hay una línea de altura regular sino que es posible encontrar edificios de
quince plantas en medio del campo o adosados a una casa de planta baja.
Edificaciones
sin terminar, o cuya construcción se prolonga durante décadas. Dadas las características sociales, políticas y legales del municipio
gallego una construcción puede permanecer en estructura durante años, o
incluso no ser terminada nunca.
Simultaneidad
de usos. La construcción de un almacén adosado a una
iglesia románica, o un gallinero junto a un hipermercado, o la
yuxtaposición de suelo industrial con terreno habitado, son
características del paisaje feísta. Es habitual la indiscernibilidad de
suelo urbano y suelo rural, o uso empresarial o habitacional.
Ornamentaciones
desproporcionadas o incongruentes, o remates
aberrantes, que se colocan en las fachadas y jardines en busca de
originalidad o distinción, en recuerdo de los años de emigración, o como
simple ostentación. Para satisfacer el deseo de originalidad “nada
mejor que dotarlo [al edificio] de un volumen importante en altura, de una
cubierta con una serie de buhardillones de lo más rebuscados y
rocambolescos y tratarlo exteriormente con gran profusión de elementos
acompañados con carpinterías de aluminio o plástico con colores y
despieces”.
[
CAUSAS
Las causas del feísmo, y en esto consiste su
peculiaridad, no deben buscarse en la pobreza, la necesidad, o la crisis
económica, si no más bien al contrario. Algunos ejemplos de feísmo son
construcciones de gran costo económico. De hecho, el feísmo comenzó a
extenderse con el despegue industrial gallego de los años sesenta. En realidad
obedece, según los expertos, a una confluencia peculiar de factores, que se
sintetizan en los siguientes elementos:
Una tasa
de dispersión demográfica elevada, unida a un
elevado número de poblaciones (Galicia contiene un 50% de los entes de
población de España, ocupando sólo el 5,8% de su superficie) y a un
destacado peso del asentamiento rural. Todo ello dificulta el control
urbanístico eficaz, a lo que se suma la tradición gallega de la
autopromoción constructiva, la construcción sin plano y la edificación por
temporada.
Una
legislación urbanística imprecisa y errática, que además no se cumple, pues, como señala el arquitecto Carlos
Quintáns Eiras “las alcaldías renuncian a imponer una disciplina que
podría comprometer el futuro electoral”.
La larga
serie de ciclos migratorios gallegos, que en
los últimos cincuenta años se dirigieron a Europa y la propia península
ibérica. Se calcula, sobre una población residente de 2,8 millones de
gallegos, que al menos 3 millones más de gallegos viven fuera de Galicia.
El retorno de algunos emigrantes supone la introducción de modelos
arquitectónicos foráneos. Por otro lado, el asentamiento definitivo de
otros emigrantes en el extranjero supone el abandono de edificaciones ya
existentes, e incluso de poblaciones enteras. Diversas circunstancias
sociológicas explican la ostentosidad de ciertas construcciones (nacidas
de la figura del indiano enriquecido) y lo exótico de sus ornamentaciones
y acabados, que se sitúan junto a edificaciones antiguas y abandonadas.
Una
fuerte especulación urbanística y del suelo, propia no ya de Galicia sino de toda España. Si bien la construcción
en España registra tasas exageradamente altas (sólo en el año 2004 se construyeron
en torno a 500.000 viviendas, más que Alemania, Italia y Francia juntas,
mientras que en el año 2006 han superado las 800.000; el ritmo constructivo
gallego es desmesurado, teniendo en cuenta que su población disminuye de
año en año. Aun así, el arquitecto Carlos Quintáns Eiras []estima que
750.000 viviendas en 1970 se pasó, en Galicia, a 1.130.000 en el año 2000,
una cifra que contrasta con el hecho de que ese periodo fue de de recesión
demográfica.
Una
extendida falta de interés por la arquitectura tradicional gallega, percibida como anticuada por algunos sectores de la población, lo
que redunda en la introducción de soluciones arquitectónicas foráneas o
simplemente inadaptadas al entorno, que contrasta con la política
urbanística europea, según la cual “se construye casi exclusivamente un
único tipo de vivienda aislada en el medio rural con ligeras variaciones
de tamaño, color o acabados, de tal suerte que casi puede hablarse de un
modelo nacional o regional que casi todos respetan”.
(texto extraído da Wikipedia)